La Ética en la Economía: Un Camino hacia el Bien Común

La Dicotomía entre Rentabilidad y Bien Común
Vivimos en un sistema donde la rentabilidad máxima parece haber eclipsado la búsqueda del bien común. Desde la revolución industrial, la economía ha degenerado en una vorágine de consumo descontrolado, empujando a empresas, gobiernos y ciudadanos a acumular bienes sin un propósito claro. Pero, ¿a qué costo? La explotación de recursos, el trabajo deshumanizado y las desigualdades sociales son claros indicadores de que algo no estamos haciendo bien.

En este contexto, las éticas aplicadas ofrecen una brújula necesaria para equilibrar el progreso económico con la responsabilidad social. Según Camps y Cortina (2007), la confianza y la ética profesional son fundamentales para recuperar la credibilidad en todas las áreas del conocimiento, incluida la economía. Como individuos, también tenemos un papel crucial: nuestras decisiones diarias son el primer paso hacia un cambio más justo.
Reflexiones desde la Práctica Profesional
A lo largo de mis 25 años en el sector farmacéutico, he enfrentado decisiones éticas que definieron la credibilidad de nuestras campañas de marketing. Recuerdo especialmente a dos jefas de producto de mi equipo, farmacéuticas altamente capacitadas, que no dudaron en eliminar de los folletos promocionales cualquier beneficio que no estuviera respaldado por evidencia científica sólida. Esto obedecía a una premisa fundamental: aunque un médico pueda comprobar empíricamente que determinado resultado es extremadamente válido para la salud de sus pacientes, mientras no esté avalado por resultados científicos, esta característica no puede ser promovida por la empresa que comercializa el producto.
Con mi apoyo, y guiados por la filosofía de actuar con rigor y ética, decidimos cumplir estrictamente con esta premisa, renunciando a una ventaja competitiva en ventas. Pero ganamos algo más valioso: la tranquilidad de actuar con integridad y la confianza de nuestros clientes. La ética, como disciplina filosófica que orienta nuestra conducta, actos y la vida en general, al prevalecer sobre los objetivos de rentabilidad inmediata, nos aseguró que solo promovimos lo que era científicamente válido y justo.
La confianza de la que hablan Camps y Cortina surge precisamente en estos momentos, cuando optamos por lo correcto, incluso si eso implica un sacrificio. En conclusión, la ética debe prevalecer en todos los niveles de la economía, desde la macroeconomía que impacta a poblaciones hasta las decisiones individuales que configuran un comercio justo. ¿Podemos imaginar un sistema económico sin desequilibrios ni explotación? Aunque parece una meta lejana, es un objetivo que solo alcanzaremos si todos asumimos la responsabilidad de actuar con conciencia y principios.